Tras días apoyando esta lucha contra en COVID 19, somos un poco más conscientes del valor de cosas cotidianas como saludar, la cercanía con las personas de nuestro entorno laboral… pero sobretodo hemos puesto en valor cosas que, aún pareciendo de sentido común, a veces no lo son tanto.
Trabajes donde trabajes, eres importante: médico, transportista, cajera, político, profesor, barrendero, cuidadora de personas dependientes; todos somos parte de un engranaje social que nos hace imprescindibles, y eso, aunque solo se vea en casos de crisis, guerras o desastres, ha quedado patente en este momento. Aprendamos de ello y logremos extrapolarlo cuando esto termine, valoremos el trabajo del otro.
Pero hay algo mucho más sencillo que también será un aprendizaje para todos tras esta sensación de fragilidad, de contención e incluso de miedo de la que estamos siendo protagonistas: el valor de un abrazo. Ese abrazo de lunes o el que recibes por un trabajo bien hecho, el que necesitas cuando pierdes a un ser querido o el que te reconforta tras un día duro. El abrazo de un amigo o el de una madre, ese que siempre se necesita.